A 30 años del gol más grande de la historia del fútbol
«La jugada nace ahí, en el pase de Enrique. ¿Qué pasaba si le erraba por medio metro? Yo no la recibía como la recibí y no podía girar como lo hice, para sacarme a dos de encima, a Beardsley y al pobre Reid», arrancó su relato en el libro Mi Mundial, Mi Verdad, de Editorial Sudamericana.
«En el giro ya me saco a dos, vayan contando, y había quedado Hodge, por ahí, pero Hodge no marcaba a nadie… Entonces me sale Butcher por primera vez. Yo le amago a irme por afuera y engancho apenas para adentro. Pasa de largo, el inglés, que gira y me empieza a perseguir…
Yo lo voy sintiendo a él, atrás, a mi derecha, como si me estuviera respirando en la nuca. Entonces me sale Fenwick, que me tira el manotazo. Butcher me tira un patadón ¡No se imaginan lo que fue! Me da abajo, a ver si me podía levantar y tirarme a la mierda. Pero yo llego tan armado ahí que cuando la toco tres dedos para mandarla adentro, me importa tres huevos la patada de Butcher…
Ahí sí que salí gritando como loco. No necesité mirar al referí ni a nadie. Sabía lo que había hecho. Corrí por la línea de fondo y, cuando llegué al córner, me encontré con Salvatore Carmando, justo con él. Me abrazó y enseguida llegaron todos los demás. Burruchaga, Batista, Valdano, se olvidaron de los retos de Bilardo: «¡Qué gol hiciste, hijo de puta, que gol hiciste!», me gritaban»
Rosario 3
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