Scaloni: «…necesito pensar mucho qué voy a hacer…»

Scaloni sacudió la madrugada: una foto envenenada, el “shock” de los jugadores y cuatro preguntas en el aire

RÍO DE JANEIRO.- “Vení, sacame la última”. Lionel Scaloni invita al fotógrafo de la selección a hacer un retrato más. Están en el vestuario ganador, en una noche de gloria: Argentina acaba de ganarle a Brasil en el Maracaná. Una de esas cosas que, con suerte, pasa una vez en la vida, en la suya ocurrió dos. Si el triunfo en la final de la Copa América 2021 sirvió para cortar la racha de 28 años sin títulos que arrastraba Argentina, el de ahora le rompió a Brasil el invicto de 64 partidos como local en las eliminatorias. ¿Será por eso que el entrenador invita la última, como un amigo que quiere estirar la reunión y pide una ronda más de cerveza? El vestuario bulle, y no es para menos. Parece el momento de reposo después de una noche interminable: arrancó con palazos de la policía militar contra los hinchas argentinos, siguió con un partido nervioso, tuvo su momento cumbre con el cabezazo imperial de Otamendi y terminó con el grupo de campeones del mundo saltando frente a esos mismos hinchas golpeados, que no paraban de saltar. Pero no, la palabra que usa el DT -escuchada por varios de los que compartían el lugar en ese momento- no era inocente…

Un instante después, todo el cuerpo técnico vuelve a pisar el césped del Maracaná, que ya no habla: no queda ni un espectador. Y entonces, el fotógrafo hace clic. Abrazados, los ocho integrantes del staff sonríen a la cámara. Pasa ese instante y Scaloni -que se había metido en el vestuario no bien el árbitro terminó el partido, mientras los jugadores empezaban la celebración- se dirige a la conferencia de prensa a explicar, supuestamente, las razones de un triunfo histórico. Lo hace, pero luego de la última pregunta, decide lanzar la bomba: “Una cosa importante que tengo que decir es que ahora toca parar la pelota, tengo muchas cosas que pensar en este tiempo. Estos jugadores me han dado un montón, nos han dado un montón al cuerpo técnico y necesito pensar mucho qué voy a hacer. No es un adiós ni otra cosa, pero necesito pensar, porque la vara está muy alta y está complicado seguir, seguir ganando. Toca pensar este tiempo, se lo diré al presidente, a los jugadores, porque esta selección necesita un entrenador que tenga todas las energías posibles y que esté bien”. Se para y se va.

La palabra de Scaloni

Dentro del vestuario visitante, el golpeteo traspasa las paredes: esperando por la salida de los jugadores, los periodistas pueden escuchar claramente las señales de festejo. Pero de pronto, la celebración se frena. ¿Será que el mensaje que venía de la sala de conferencias ya llegó? Scaloni regresa y los minutos empiezan a pasar, sin que nadie aparezca en la zona mixta, el lugar indicado para pararse frente a la prensa. Es madrugada en Río, las luces del campo de juego se apagan y los jugadores de Brasil ya dieron amablemente sus explicaciones, pese a perder el clásico. Los argentinos no se dejan ver.

Es la 1.35. Por una puerta lateral, Scaloni sale y empieza a caminar hacia la salida del estadio, buscando el bus que los sacará de allí. Frente a la prensa, ahora sí, Otamendi es sincero: “Recibir esa noticia es un shock, pero hay que hablarlo de manera más calma”. Leandro Paredes y Cuti Romero eligen relativizar el tema, pero está díficil que lo consigan. “Vimos lo que dijo Scaloni pero no hablamos con él”, apunta el volante de Roma. “En el vestuario no pasó nada. Vamos a tratar de convencerlo para que sigamos juntos”, tercia el defensor de Tottenham, la figura del triunfo. ¿Qué triunfo? Ya nadie parece recordarlo, por el cuerpo que tomó la noticia posterior, monotema en los medios y las conversaciones de redes sociales.

Messi ya no está. Unos minutos antes salió, lejos del alcance de la vista de la prensa, para ir directo al aeropuerto y tomar un vuelo privado de regreso a Miami, a reencontrarse con su familia. Claudio Tapia si está: pasa caminando con Rodrigo de Paul, que todavía no cenó y lleva una sonrisa puesta. Tapia levanta la mano. Un rato antes le había respondido por WhatsApp a un dirigente, que se mostraba inquieto por la novedad: “Quedate tranquilo, no pasa nada”, intentó calmarlo el presidente.

Pero pasa, es imposible taparlo. El grupo se dispersa: unos se van a Buenos Aires en el chárter que los había traído hasta aquí, otros vuelven al hotel para partir el miércoles a Europa desde aquí. Se hacen las 2 y media de la mañana y los mozos no dan abasto para subir comida a las habitaciones todavía ocupadas por los que dormirán una noche más en el Windsor Barra. En ninguna de esas bandejas viajan las respuestas a las preguntas que los jugadores también se hacen. ¿Por qué Scaloni dijo lo que dijo, a mitad de camino de un anuncio real? ¿Por qué no lo planteó antes, internamente, si tiene dudas y no una certeza? Quizás, porque hacerlo hubiera sido desenfocarlos de los objetivos planteados: los dos partidos más difícil desde el comienzo de las eliminatorias. Y si esa fuera la razón: ¿por qué no dejar correr el disfrute de semejante victoria unos días, para luego sí plantear un dilema que ahora ya se transformó en cuestión de Estado?

“La última, la última”. La última palabra, más que nunca, la tiene Scaloni. Pero el asunto es que nadie sabe cuál será. ¿Ni siquiera él?

noticias.yahoo.com

La conferencia de Lionel Scaloni

Publicado por:

Fútbol de Santa Fe 

Comentar